Un invierno diferente

El invierno se convirtió en calor, no porque se volviera verano, si no por tener tus brazos rodeándome. Por dormir sobre tu pecho y despertar viéndote a mi lado. Por sentir tu brazo alrededor de mi cintura en cada paso. Por ayudar a transformar mi dolor en un recuerdo bonito. Se convirtió en calor en cada beso que te robaba, en cada beso que nos dimos, esperando un tren, batiendo un café… Por descubrirme con silencios y enseñarme que en ellos hay palabras aunque no siempre las podemos interpretar. Por analizar mis gestos, por observar detalles desconocidos. Por entrelazar tu mano con la mía y acompañarme a descubrir mundo y hacer amenos y soportables trayectos que parecían no tener fin. Por sentir el agua helada correr mi espalda evitando que tanto calor se volviera insolación. Por las conversaciones sentada sobre tus piernas. Hasta la luna llena se transformó en una especie de sol y ya no sé si el calor me lo daba ella o la magia de la noche.
Y ahora, el invierno se ha convertido en el más frío de todos. 

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